Actualmente, es alta la prevalencia de ataques de ansiedad. Dichos ataques, llevan consigo una serie de pensamientos automáticos disfuncionales provocando en él que lo sufre, un excesivo miedo de que se vuelva a repetir.
A continuación, vamos a desglosar cada uno de esos miedos:
1.- Miedo a tener un ataque al corazón:
Para empezar tienes que olvidar este mito, ya que está comprobado que un ataque de ansiedad jamás te provocará un infarto ¿ Por qué? Para que se produzca un infarto debe existir tales problemas como: lesión grave en arterias, dieta incorrecta, sobrepeso, excesivo consumo de sustancias, antecedentes familiares….
Cuando estamos sufriendo un ataque de ansiedad, nuestro corazón bombea muy deprisa como si fuésemos a correr. El motivo, para enviar oxígeno a nuestros tejidos y músculos.
2.- Miedo a sufrir un desmayo.
Las personas que sufren ansiedad y se desmayan son normalmente hipotensas, si eres hipertensa no tengas miedo a desmayarte porque no te ocurrirá. La explicación es muy sencilla, fisiológicamente el desmayo es a causa de la poca presión arterial ( poco oxígeno en las venas y arterias)al no llegar suficiente oxígeno al cerebro se produce el desmayo.
3.- Miedo a volverse loco o perder el control.
Otro mito, los ataques de ansiedad nunca van a ser la consecuencia de un trastorno mental.
Olvida esta creencia, los ataques de ansiedad se acompañan de sensaciones y percepciones angustiosas pero nunca, va a causar consecuencias negativas a tu alrededor y mucho menos provocarte una enfermedad mental.
4.- Miedo a asfixiarse o ahogarse.
Nunca te vas a asfixiar, porque durante un ataque de ansiedad estás hiperventilando (aumenta el oxígeno en sangre) y para que te asfixies, tiene que disminuir el nivel de oxígeno.
5.- Miedo al miedo.
Cuando se han sufrido varios ataques de ansiedad es normal desarrollar el miedo al miedo, es decir miedo a sufrir otro ataque.
El tratamiento más efectivo para todos nuestros miedos es enfrentarnos a ellos poco y recuerda, los ataques de ansiedad comienza por diversos factores. Lo prioritario, es conocer cuáles son los motivos principales y diseñar una estrategia de intervención personalizada.